El Ministerio de Sanidad reconoce la lucha de Érguete: «Es un premio a las madres»

VIGO

Asociación Érguete

La asociación recibirá este lunes en Madrid la Cruz Blanca de la Orden al Mérito del Plan Nacional sobre Drogas por sus casi 40 años de trabajo

19 may 2024 . Actualizado a las 20:17 h.

«Quiero que penséis en lo difícil que fue lo hicieron las madres de Érguete. Unas mujeres, muchas sin formación, amas de casa, mariscadoras, conserveras, que se dejaban la piel trabajando por su familia, sacaron energía y fuerza para salvar a sus hijos de una epidemia que desconocían», cuenta Elvira Rivas, coordinadora de la asociación Érguete y una de las primeras trabajadoras de una entidad que cumplirá el año que viene cuarenta años. «Eran personas normales, hormiguitas que se enfrentaron a elefantes. Las llamaron locas, terroristas, pero no, no lo eran. Eran el dolor y la ilusión de un grupo de madres que querían a sus hijos y a los de otros. Los querían salvar a todos». Su esfuerzo valió la pena. «Lograron movilizar a toda a una sociedad. Ellas fueron el catalizador del plan galego de drogas, de la caída de varios narcotraficantes y de ganar derechos para las personas con problemas de adicciones», explica.

El año pasado atendieron a más de 8.000 personas en Vigo y su área. Su historia y trabajo va a ser reconocido este lunes con la Cruz Blanca de la Orden al Mérito del Plan Nacional sobre Drogas que otorga el Ministerio de Sanidad. «Es un orgullo recibir este reconocimiento. Nos hace mucha ilusión porque es una forma de premiar la lucha de mujeres como Carmen, Dora, Tonina, Mari Graña, Sara y Ballesteros».

La asociación ha viajado a Madrid junto a Dora Carrera, la vicepresidenta honorífica de la Asociación Érguete. «Ella es uno de los grandes corazones que hay detrás de nuestra entidad», cuenta Rivas. Dora fue de las primeras madres en sumarse a Érguete. Vivió en sus carnes lo peor de la epidemia de drogas de los años ochenta. Su hijo era adicto a la heroína. «Fue muy duro», recuerda Dora. Ella lo acompañó durante todo el proceso. Ni en los peores momentos, cuando «lo tuvimos que echar de casa», dejó ser el chico «listo, cariñoso y valiente que era hasta que se lo llevó el sida».

Oscar Vázquez

Ni con todo el dolor que supuso decirle adiós a su hijo abandonó la lucha. Se enfrentó a cara y pecho descubierto a narcotraficantes y se volcó por completo en la asociación. Dora realizó las primeras visitas de la asociación a la prisión e incluso se quedó varios días a vivir en pisos de acogida que Érguete tiene en Vigo. «Los acompañaba día y noche», recuerda.

La presidenta de Érguete, Carmen Avendaño, no podrá asistir a la entrega en Madrid, pero también se muestra «muy orgullosa» del legado que dejan ella y las otras madres en la asociación. Carmen, Dora y Sara son las únicas que sobreviven del núcleo inicial. Avendaño vive hoy con las cicatrices y el dolor de su lucha, pero también saborea el orgullo de «haber ganado batallas» y salvado «a muchísimas personas y familias de la epidemia de drogas». Sigue siendo presidenta de la asociación, pero también destaca que «hemos acertado eligiendo a las generaciones que cogen el testigo de nuestra lucha».

Elvira Rivas y miembros de la junta directiva de la asociación recogerán hoy la Cruz Blanca en nombre de la asociación viguesa. Rivas fue de las primeras profesionales en entrar a Érguete. «Me seleccionaron para hacer las prácticas y me contrataron al terminar», recuerda Elvira. La asociación aún no tenía dos años de vida. Ha sido testigo de la evolución de la intervención con personas con problemas de adicción y de la lucha contra el narcotráfico. «Todo ha cambiado, pero los narcos siguen estando ahí», recuerda. Rivas incide en la importancia de seguir creando redes de apoyo para la lucha contra las adicciones en las que se integren asociaciones, administración y sociedad. Algo, en lo que las madres de Érguete fueron «pioneras». «El consumo no ha desaparecido, se ha transformado. El narcotráfico se hace fuerte y cada vez está más presente», explica. Destaca la «importancia de seguir invirtiendo e innovando en políticas de prevención, asistencia e incorporación». El problema es hoy «más invisible, pero sigue estando ahí».